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El sismo que afectó a Ia region del Eje Cafetero el 25 de enero de 1999 se constituyó en una tragedia de vastas proporciones al punto tal que concitó la solidaridad del paÃs y Ia intervención del Gobierno Nacional, Sin Ia pretension de desconocer las implicaciones dolorosas de esta tragedia, hay aspectos que merecen ser señalados. Y es, paradójicamente, que este evento generó Ia perspectiva de una etapa de progreso y crecimiento para Ia region afectada, percepción que está basada en varios supuestos: uno, la afluencia de recursos: donaciones, créditos y transferencias presupuestales como apoyo a Ia reconstruccion fisica; dos, Ia definición de esquemas de incentivos y estimulos para la inversión privada; tres, el establecimiento de una estructura institucional, ajena a interferencias polÃticas y basada más en los principios de la solidaridad, la transparencia y Ia participación comunitaria y que ha conducido al diseño y puesta en marcha del modelo de Ia reconstrucción; y cuatro, el más importante, el interés de Ia población de resurgir y levantarse de entre las ruinas. Este nuevo modelo de desarrollo regional tiene una orientación claramente urbana, ya que en las cabeceras municipales tiende a concentrarse el grueso de los recursos financieros y que el eje de Ia inversion pública será la construcción, en particular de vivienda e infraestructura institucional. Es, en cierta manera, opuesto al imperante en las fases de crecimiento sustentadas en el café, caracterizadas por su orientación rural y que alcanzaron su maxima durante las bonanzas de mediados de los años setenta y ochenta. Se resalta que Ia experiencia que derivó el sector cafetero del manejo de sus recursos le ha permitido engranar rápidamente y asumir de inmediato su compromiso con Ia recuperación de Ia zona rural, en tanto que las nuevas formas institucionales han tardado en acomodarse, despertando escepticismo en Ia población pero a Ia vez suscitando Ia importancia de un manejo planificado como condición necesaria para el éxito del proceso. Es preciso señalar, además, que el modelo tiene una dimensión social que está derivando en nuevos esquemas de participación y organizacion comunitarias que involucran a Ia población damnificada.